miércoles, 3 de diciembre de 2008

Chau Norberto

Tal vez por esas cosas inentendibles de la vida, salía hoy -hace un ratito nomás- del colegio de mi hija donde se rindió homenaje al General San Martín y donde Evita actuaba de dama correntina, cuando me llegó la noticia del fallecimiento de Norberto Lischinski: La vida, la muerte; los que crecen, los que se nos van, Corrientes...son ideas, imágenes y palabras que hechan raíces en mi mente mientras trato de escribir algunas líneas para compartir con ustedes.

Quienes tuvimos el gustazo de trabajar junto a Norberto siempre guardaremos imágenes, voces, ideas suyas que nos impulsarán a seguir en este camino de laburo y compromiso que -allá hace algunos añitos- comenzamos juntos y que continuamos, desde distintos lugares, pero igualmente unidos; porque el lazo que genera el compromiso cotidiano y el amor hacia nuestro país y nuestras culturas es un lazo que permanecerá inalterable a lo largo del tiempo.-

De mi parte, un enorme abrazo a Bety y a toda la familia de Norberto.-

Disculpen si resulta inoportuno, pero se me acaba de dibujar una sonrisa recordando las risas compartidas al comparar aquél equipo de mate de Norberto (ese tan bello, prolijo y pulcro, recuerdan?) con el mío conformado por la calabaza, el lumilagro y los dos tupperwares....CHAU NORBER, NOS VEMOS UN DIA DE ESTOS
Lic. María Valeria Ceron
GERENCIA GENERAL
INCAA


Vale
¡Cuanto amor en tus Palabras!
Hoy no puedo contestarte a todo, solo decirte que fueron una partemuy importante de su vida y de sus sueños, sus ideales y proyectos.
Como una premonición, se olvidó su equipo de mate en Francia unospoquitos días antes de su partida sino, con seguridad, hoy hubiera sidotuyo para que te acompañe siempre.
Te doy un fuerte beso.
Beatriz

Hola Betty, con profundo cariño pensé en vos en estos días posteriores a la noticia del fallecimiento de Norberto. Ahora que leo tu email se que puedo molestar tu duelo para contarte que justo un par de días antes estuvimos recodándolos con Valeria, recordando los encuentros federales y las hermosa amistad que se generó entre todos.
Saber que Moni estaba viajando para acompañarte también me pareció el símbolo de los que algunos de nosotros sentimos por Norberto y por vos.
Te mando un abrazo inmenso desde el corazón y comparto las palabras escritas por algunas compañeras en estos días que expresan mejor que las mias lo que conocerlo a Norberto deja en mi recuerdo.
Ojalá cuando pasees por Buenos Aires nos podamos encontrar para concretar ese abrazo.
Majo Fascio
Espacios INCAA

domingo, 17 de agosto de 2008

"Su acción se encaminó desde el principio a unir las cuatro provincias del nordeste en proyectos compartidos"

Con la única leyenda “Esto escribió Marily”, recibí de parte del Dr. Roberto Villalba, director del Centro Cultural Siete Corrientes”, el siguiente texto, de autoría de Marily Morales Segovia. Lo compartimos con nuestros lectores. (Mónica Torrez)

LUTO EN CORRIENTES POR LA PARTIDA DE NORBERTO LISCHINSKY

La provincia de Corrientes sufre la pérdida de uno de sus hijos más ilustres. Norberto Lischinsky nos deja cuando su vida había llegado a la plenitud y aún esperábamos próximas realizaciones.
Amigo solidario, escritor innovador, político clarividente, en la función pública como Subsecretario de Cultura apuntó siempre alto en beneficio de la provincia.

Su acción se encaminó desde el principio a unir las cuatro provincias del nordeste en proyectos compartidos que se integraran en circuitos culturales.

Su respeto por las tradiciones de Corrientes dio impulso a encuentros, jornadas, congresos, publicaciones y sobre todo a su decidido apoyo a la Ley de Oficialización del Idioma Guaraní y al Festival del Chamamé hasta integrarlo en el Mercosur.

Otra faceta entre tantas destacables fué su empeño en restaurar los edificios de uso cultural como los museos de la provincia y el Teatro Oficial Juan de Vera.

Será bueno para nuestra cultura que se escriba su biografía de luchador incansable como empresario, funcionario y ser humano, para que todos sepamos cuanto hizo por la evolución de nuestra provincia, renunciando muchas veces a su vocación de escritor para destinar su tiempo al servicio de la comunidad.

No es hora de levantar monumentos en honor de los héroes de la independencia que hicieron su gloria y la de la nación con la espada, sino de rendir homenaje a los silenciosos trabajadores que, como Norberto Lischinsky hicieron y hacen la grandeza de la patria en tiempos de paz.
Honremos su memoria como él se merece, de todas las maneras, emulando su ejemplo, dándole su nombre a una calle y colocando su busto en la plazoleta del Teatro Oficial o en la Avenida de las Artes.

Marily Morales Segovia
Asociación de Artes y Letras de Valencia
*Junto a E JENDU Arte Ciencia y Cultura y Centro Cultural de las Siete Corrientes,
el sábado al atardecer en el pontón, honrando su memoria...

"Los estrecho a todos en un abrazo"

Representantes de la Fundación Mempo Giardinelli, suman su homenaje a Norberto. Esta vcarta fue aportada generosamente por Beatriz Kunin, su esposa, luego de tomar contacto con la puesta on line de nuestro este www.culturalischinsky.blogspot.com que inicié en la madrugada del 15 de agosto último, como una necesidad de mantener vivo su pensamiento. (Mónica Torrez)


Ausente con aviso

El escritor Norberto Lischinsky, fallecido el miércoles, iba a leer unaponencia en este Foro del Libro y la Lectura.Por pudor, mientras fue Subsecretario de Cultura de Corrientes, nunca quisosubir a escena para leer su propia obra, pero organizó lo necesario para queel Foro tuviera capítulos en la ciudad vecina. Alcanzó a realizar dos ymotivos políticos le impidieron llevar adelante un tercero.Este año estaba contento, liberado del traje de funcionario, había aceptadopor primera vez participar como escritor, pero el 8 de este mes los organizadores recibieron una carta justificando su ausencia.

Decía:


"Queridos amigos de la Fundación: justo este año, con el traje de panelistaya
hilvanado y hasta los silencios ensayados, la salud se me rebela. No voya poder
estar con los amigos en el Chaco. Pero es por ahora nomás.Giardinelli ya me
prometió que el año que viene me dará revancha. Y palabrade Giardinelli...Aún
así no quiero dejar de agurarles el éxito quedescuento. El Foro es una obra
urdida con pasión, inteligencia, empeño y paciencia, virtudes que no siempre
sacamos a relucir los argentinos. En todo caso, no juntas y durante tantos años.
Una flecha de luz que apunta al meollo mismo de nuestro atraso y relegación. Éso
es el Foro. A trabajar entonces. Los estrecho a todos en un abrazo. Y cuídenme la
silla... Norberto".


Por eso la Fundación recomienda en estos días que todos hagamos el mejor homenaje que puede hacerse a un escritor que muere: leerlo, mantener viva suobra y su pensamiento. Es el mejor modo de cuidar la silla del ausente conaviso cuando el que se ha ido es alguien que escribía y lo hacía bien, como Norberto Lischinsky.

sábado, 16 de agosto de 2008

Declaraciones de José Nun, Secretario de Cultura de la Nación


Comunicados
Fallecimiento de Norberto Lischinsky
14 de Agosto 2008

Frente a la conmovedora noticia del fallecimiento del ex subsecretario de Cultura de Corrientes, Norberto Lischinsky, la Secretaría de Cultura de la Nación manifiesta la profunda tristeza que su muerte significa para todos los argentinos.El secretario de Cultura de la Nación, José Nun, expresó su dolor y subrayó la valiosa contribución de Lischisky a la cultura nacional. “Fue un gran hombre del ámbito literario que se dedicó con esfuerzo y compromiso a promover la cultura nacional. Como subsecretario de Cultura de la provincia de Corrientes, tuvo una destacada labor”, dijo el funcionario.

ENOJADO CON LA PUTA MUERTE


... que nos lleva a Norberto César Lischinsky con sus breves 55 años.


Tenía un carácter áspero, frontal; los que trabajamos con él lo sufrimos, cuando te pegaba una puteada te dejaba regulando. Y muchos confundieron esto con su esencia; decían; “es un tipo jodido”. Claro, en un medio tan careta como el nuestro se confunden las formas, el estilo, con lo que verdaderamente era Norberto, un tipo dispuesto a jugarse por entero por un proyecto, una idea, hasta lo último, atravesando todas las instancias, casi sin reconocer obstáculos. ¿Suena raro, no? en una época signada por el desencanto.



Pero, ¿por qué se ha llevado la parca a un hombre excepcional como él?, habiendo tanta porquería, tanto atorrante, tanto malvado, tanto inerte dando vuelta por allí. Una mujer me dijo hoy en la Municipalidad que el momento de su muerte ya estaba marcado y que sólo Él, allá arriba, lo sabe. Yo no soy religioso, y por tanto no me resigno, no tengo esa virtud de los buenos cristianos, o de los buenos judíos… Yo estoy enojado, porque Lischinsky podía dar aún mucho más, estaba aquí, en el Taragüí para quedarse nomás.


Corrientes fue su patria chica, aunque Norberto no se merece la indolencia de mi provincia. Cuando se fue de la Subsecretaría de Cultura, esperaba yo ansioso que alguien, que alguna organización cultural, desde la sociedad civil dijera: “esta fue, quizá por lejos, la mejor gestión que ha tenido la cultura oficial de los correntinos”. Esperé días, meses, pero nada. Acostumbrados como estamos de afilar el cuchillo de la crítica, no atinamos a advertir lo que era bueno, y era necesario resaltarlo con todas las letras. ¡Cuántos artistas, intelectuales, escritores, dramaturgos, se sintieron exponencialmente proyectados durante su gestión! ¿Por qué no lo reconocieron? ¿Por qué no se puede decir: esto estuvo fenomenal? Más allá de la persona, obviamente, porque ahora resulta que está de moda decir: “Gestión fulano de tal”.


Lischinsky, en ningún momento confundió su persona con el desarrollo de las instituciones. Hubiera llegado a instituir una marca de la Subsecretaría de Cultura, si hubiera tenido más tiempo y más comprensión, dentro y fuera del Estado. Intentó con todas sus convicciones darle un carácter autárquico a la Cultura. No lo logró. Desde hace muchos años el juego y la timba sí lo tiene, pero parece ser que no es aún el tiempo de la Cultura. El sitio Web de la Subsecretaría tenía lo necesario de estética, pero contenido le sobraba: desfilaban en él los eventos, programas y acciones de todo tipo, de manera simultánea.


Recuerdo en una oportunidad, cuando hablamos de su idea de financiar proyectos provenientes de las 60 bibliotecas populares de Corrientes. Yo le dije: “convoquemos a 30 proyectos de $ 8.000 cada uno”; él me retrucó: “no, financiemos 10 proyectos buenos de $ 20.000 cada uno”. Empujaba para arriba, no para abajo.


Y ésta fue quizá una de sus mayores virtudes en el área de Cultura. Llegó como pocos a combinar en un sólo combo la cultura de élite y la popular. La Travista por un lado, el chamamé por el otro. Los gestores de cultura solían inclinarse antaño por la élite, en los últimos tiempos era más fácil ser popular, digámoslo, populachero, demagogo: “¡Qué hacé mi gente!” Norberto lanzaba una propuesta de excelencia para el Vera y a la vez enviaba el Bibliomóvil a la escuelita de campo, allí, cayéndose del mapa. El Secretario de Cultura nacional Torcuato Di Tella había caído un tiempo antes, preso de esta falsa dicotomía, el algodón en los hospitales o la clásica en el Colón. Tuvo a la vez una gran destreza para esto y, no esto o. Muchos dijeron que “con plata cualquiera hace”, pero la simultaneidad de acciones es virtud del que sabe gestionar.


Norberto no era materia para el perfil del político clásico. Recuerdo que en el colectivo en que viajábamos una delegación de Corrientes al Congreso Nacional de Cultura en Mar del Plata, nos repartió una carta de su puño y letra. Lamento no haberla conservado. Pero decía en ella que el federalismo cultural era hasta ese momento un dechado de buenas intenciones. Siendo funcionario en Corrientes, y haciendo uso de los programas nacionales, se atrevía a señalar críticamente uno de los nudos más controversiales de la política nacional en Cultura. Una vez allí, en Mar del Plata, se dio el lujo, y nosotros los correntinos con él, de inaugurar el Congreso, con esa prosa que pocos saben cultivar.


Al finalizar el año 2004 me agarré con él –junto a otros dirigentes bibliotecarios– a los arañazos limpios, primero a través de los medios y luego en su propia oficina, con críticas que hacían eje en la implementación de la política bibliotecaria del momento. Unos meses después me invitó a trabajar en la Subsecretaría, haciendo gala de una amplitud de ideas que sólo se ajustaban a la prueba de idoneidad en la función. No era fácil trabajar con él: te catapultaba a la acción más intensa y a la vez te puteaba si no te avenías a una dinámica de trabajo exigente. Norberto estaba para sacudir la modorra, tan común al correntino, contemplativo en exceso como suele ser. Le estampó una impronta a la acción, que estaba siempre mirando fuera del Estado; no era éste el ombligo de la cultura, los actores estaban en otro lado, en los cantantes, en los escritorees, en la comunidad.


Supo construir un equipo de trabajo que lo acompañó, lo potenció y contribuyó al desarrollo cultural de los correntinos; cuando se fue, al final de su gestión, ya cansado y maniatado, lo despedimos con lágrimas en los ojos, las mismas que hoy salieron a borbotones.


Beatriz, su incansable compañera, soltó hoy en el velorio unas punzantes palabras, en medio de su abismal desazón: “hay mucha gente hipócrita, mucha gente resentida, que lo afectó, a Norberto lo destruyeron anímicamente”. No era yo su amigo, no lo conocía en la intimidad, no puedo opinar sobre esto. Pero sea como fuera, estas palabras de su mujer me hicieron dudar. ¡Qué tiene de raro, después de todo! ¡Si Corrientes se ha especializado en expulsar o pisotear al que levanta la cabeza! Lo escuché a Lischinsky algunas veces hablar de la “correntinidad”. Es una palabra que desprecio. Hemos vivido durante siglos de una postura insular, de la que sólo sabemos salir cuando estamos con el agua al cuello. Nuestros valores culturales tendrán sólida consistencia cuando sepamos acompañarlos de un genuino desarrollo económico. La “correntinidad” supo ser sin embargo el sustento cultural de los conservadores, que sólo supieron conservar algo de su ya desgajada renta agropecuaria.


A pesar del enojo que me empuja a escribir esta nota –y que por ello mismo arriesga equivocarse–, quiero creer que en el fondo Norberto Lischinsky presentía su muerte. Yo tengo un añito más que él, y siempre estuve asombrado de todo lo que había construido a su alrededor. Tal vez por ello se burló de la puta muerte ensimismada: allí está el Teatro Vera como debe ser, allí está ese hermoso hotel que estaba construyendo, allí está en fin ese rumor de la calle, en donde hoy por la mañana flotaba el comentario de que se había muerto nomás, sorpresivamente, sin avisar, “el señor Lischinsky”…


Roberto Polimeni
(escrito en la noche del jueves 14 de agosto)
N. de la R.: la fotografía fue seleccionada y editada por Polimeni en su artículo original, el cual hizo circular entre sus contactos vía e-mail. La imagen (de Arón Fisman) retrata a NCL el 5 de septiembre de 2007 en la apertura del Seminario Corrientes Jesuítica, Hotel de Turismo, Corrientes. (Fuente: Mónica Torrez)

Al ex subsecretario de cultura de Corrientes, Norberto Lischinsky

Por el escritor Alejandro Mauriño.

La desaparición de un amigo nos deja desolados y perplejos, como si no supiéramos que la muerte existe y golpea a cada momento. Más todavía cuando quien nos deja apenas sumaba 55 años y era un referente cultural de quien se esperaba mucho más de lo que ya había dado a su comunidad de adopción, Corrientes, como escritor y funcionario.

Se fue Norberto Lischinsky, un entrerriano de Concordia que se asentó en nuestra ciudad desde hace unas tres décadas y se transformó (además de destacado y dinámico comerciante) en un personaje a quien la cultura provincial le quedará debiendo mucho, tras su gestión como Subsecretario de Cultura durante la gobernación de Ricardo Colombi.
Gracias al presupuesto logrado, más su entusiasmo y clara visión en el tema, fueron refaccionados profundamente todos los museos oficiales, embellecido y aggiornado el magnífico teatro Juan de Vera, potenciados todos los circuitos culturales (ligados continuamente con el turismo), impulsada y beneficiada de manera fundamental la sacrificada acción de las bibliotecas populares, agrandado y profesionalizado el Festival Nacional del Chamamé, incentivada la actividad literaria a través de concursos provinciales de clara y efectiva premiación para hacer avanzar a nuestras siempre olvidadas letras, materializadas numerosas muestras en las artes plásticas, concretados abundantes encuentros artísticos para los más jóvenes, beneficiada la música folkórica, la actividad teatral, el ballet, el cine y, en fin, todo lo que suma positivamente en la materia.

Tuvo el tino necesario como para hacer "un antes y un después", con su gestión, en la cultura de Corrientes. Su estilo personalísimo, más cercano al de un ejecutivo de una empresa privada que al perfil anodino que uno imagina para un funcionario de la administración pública, le permitió llevar adelante una tarea muy dura y plena de obstáculos, así como, en repetidas ocasiones, chocar con quienes lo rodeaban o secundaban. No era fácil su carácter, aunque siempre tuvo la habilidad necesaria como para arreglar todo tipo de entuertos y culminar eventuales diferencias con una humorada y la consiguiente sonrisa.

Conversé con él telefónicamente a fines de junio, cuando me dio la fraternal sorpresa de llamar a mi casa con motivo de mi cumpleaños. Durante algunos minutos hablamos de todo un poco, pero en ningún momento dejó traslucir la severa enfermedad que lo aquejaba y que finalmente, tras una operación quirúrgica, lo llevó a la muerte

Como escritor, me atrevo a pensar que fue uno de los mejores narradores de Corrientes, aunque su producción édita se limite a dos libros ("Antimocitos", 1986, y "La señorita Clara", 1990, ambos colecciones de cuentos), más uno, anterior, de poesía y otros que aún aguardan ser dados a la imprenta.

Su obra lírica está circunscripta a un poemario de juventud, titulado "Blues del hombre solo" (circa 1980) y firmado con el seudónimo Ionatán Barzel. De este valioso y hoy inhallable libro extraigo algunos versos:


"Si tuviera que morir

si el camino no perdona

si la esquirla, al fin, me alcanza

pediría que me tiendan

con el cielo de un domingo

en las sombras de los sauces

ver la arena humedecida

por las ondas de mi río".

Y agregaba luego aquel joven Norberto, con la sencillez del que sabe que la muerte nos aguarda con seguridad, pero ella está muy lejos aún: "Mínima exigencia / táctica y peatona / de morir tranquilo".

Un poema de título curioso altera mi lectura: "Utopías de agosto", el mismo mes que se llevaría su vida. Y dos cuartetas en donde, con sabiduría, nos recuerda que uno puede hacer cualquier cosa, pero siempre sabiendo el por
qué:

Déjate el pelo, Mengo / lee tu libro, hermana / escribe un cuento, Norberto / mejor si sabes por qué. / Siembra tu tierra, loco / cría las cuerdas, Luigi / vida y muerte en cien años / mejor si sabes por qué.

Hasta allí la mención a su libro de poesía, que desde aquí atesoro con mayor afecto. Porque ahora, cuando todas las palabras son vanas y nos queda el acre sabor de que ya no podremos recomponer viejas heridas, de que ya no existen proyectos comunes para el futuro, de que ya todo lo atinente a él sólo fue, en la criba del destino quedará para todos un gran recuerdo de este personaje de Corrientes que en vida se llamó Norberto Lischinsky.

Con profunda tristeza brindo por su existencia, sabiendo que la última parte de su vida se extenderá por mucho tiempo mas, como decía hace dos mil años el gran Séneca: "Todo hombre muere tres veces: antes de nacer, porque no existe; cuando cierra sus ojos definitivamente; y cuando muere el último hombre que lo recuerda".


Alejandro Mauriño
Escritor
Ex Subsecretario de Cultura
de la provincia de Corrientes

Adiós, Norberto

El tipo era irascible, impaciente y chinchudo. El tipo lo quería todo para ayer y obraba en consecuencia. El tipo era famoso por su malhumor tonante, por su buen humor expansivo y por su inteligencia aguda, que escudriñaba en los rincones en los que otros no se atrevían. Pero el tipo también era dueño de una sensibilidad exquisita, de una generosidad enorme- que desplegaba sin estridencias- y de un genuino interés por aquellos que lo rodeaban.
Con Norberto Lischinsky se va una porción importante de lo que Corrientes alguna vez hubiese podido llegar a ser de existir más gente como él, esos hombres grandes que se destacan por entre sus pares a punta de empuje y talento. Porque siempre apostó al talento, a lograrlo y conservarlo, tanto al propio como al ajeno. Esa condición de mecenas sin chapa fue la que desplegó al frente de su gestión en la Subsecretaría de Cultura durante cuatro años, una dependencia pública que siempre se destacó en el mapa institucional por ser un pozo de nulidad cuya conducción le era encargada a artistas nraangá afines al poder político de turno o malos administradores castigados de los puestos de decisión en serio o las dos cosas juntas. Como subsecretario, Norberto se encargó de rodearse de un equipo de personas que él consideraba sinceramente que eran las mejores en lo suyo, sin discriminación de signo político o de árbol genealógico. Defendió a capa y espada a su gente de los vicios perpetuos de la administración pública, esa colección de trabas estatuidas que condena a no hacer o hacer a medias, y se convirtió en una especie de búnker en el que nos refugiábamos de esa máquina de impedir. Motorizó una estructura devastada y la transformó en una máquina aceitada.
La ingratitud y los tejemanejes políticos, esos acendrados tumores que gozan de tan buena salud en nuestra provincia, lo fueron de la Subsecretaría, a la que él amaba y que consideraba como su logro más grande (pese a que su vida estuvo jalonada de éxitos) y que pensó como un trabajo destinado a trascenderlo; entre tantos buscavidas y trapaceros variopintos, Norberto pensó a largo plazo. Podría decir, cayendo en uno de esos lugares comunes que él tanto odiaba, que no es justo, que era un buen tipo, podría pensar en una larga lista de gente inservible y dañina que se merece ese final prematuro, absurdo, en la plenitud de las ganas y de la capacidad, podría discutirle a la vida tanta muerte empobrecedora, pero las cosas no funcionan así, tienen una dinámica que ninguno de nosotros entiende más que en fragmentos, que por algo somos humanos, finitos y limitados.
Todos los que lo conocimos guardamos recuerdos entrañables, imágenes que ya son parte de nuestra película biográfica: el bigote recortado con regla, el pelo tirante, la risa en el momento menos pensado, el enojo y el abrazo y el consuelo y el aliento siempre a mano... y los colores de San Lorenzo- su impenitente obsesión-, pegados por todos lados, en el celular y en el termo, en su individual y donde fuera. Este es un día feo, triste, gris, horrible. Este es un día en el que uno tiene ganas de pensar que este lugar caníbal se cobró una nueva presa, que el libreto de la existencia está mal escrito, que estamos perpetuamente de remate y destinados a pasar entre penas y sin gloria.
Pero no me voy a dejar ganar, no esta vez. Norberto era un hombre de letras, y por lo tanto tenía esos callos que el prolongado uso de la imaginación deja en la mente, así que me va a perdonar (aunque fingiría un gesto desaprobatorio) que lo imagine acá, una vez más, pegándome en el brazo como hacía cada vez que estaba contento y diciendo “¿Cómo andás, tigre?”, con esa tonada medio porteña, medio provinciana, medio del mundo y todo Lischinsky. Y también me va a perdonar que lo llore un poquito, apenas lo suficiente para que no termine reprendiéndome con un “pero no seas maricón, Toledo”.
Hasta siempre, ruso. Se te va a extrañar.
Nicolás Toledo